Tendríamos que juntar muchos dedos de muchas manos para llegar al número de películas que han tratado el tema del holocausto, lo que ha provocado que muchas de ellas se hallan quedado en el olvido por el simple hecho de la repetición y la poca innovación a la hora de abordar este terrible periodo. The Reader, sin embargo, es un claro ejemplo de todo lo contrario, acercándose al tema de una forma, al menos, original. Prueba de ello es que antes de ver la película no tenía ni idea de que el holocausto iba a ser ni siquiera nombrado.
La película comienza en la Alemania de 1958, aún sacudiéndose de los horrores de la guerra. Michael (David Kross), un joven que vuelve a casa en tranvía desde el colegio, se baja visiblemente enfermo y es atendido y ayudado por una de las revisoras, Hannah (Kate Winslet). Entre ellos, a pesar de que ella le dobla en edad, no tarda en surgir un romance muy pasional, que en la película se ve reflejado en numerosas escenas de sexo y en detalles como el que, tras un tiempo juntos, ni siquiera conocían sus nombres.
Durante su relación, a Hannah le encanta que Michael le lea los libros que le hacen leer en el colegio, y siempre le obliga a ello antes de acostarse, por lo que Michael lo hace gustosamente. Esto ayudara a fortalecer su relación, creando un vinculo que supera las dificultades provocadas por la diferencia de edad, la inexperiencia de Michael y la frialdad con la que Hannah maneja en ocasiones dicha relación, pues en el fondo sabe que terminará por ser algo pasajero. De este peculiar modo su idílico verano avanza entre fragmentos "La Odisea" de Homero y "La dama del perrito", hasta que un día Michael encuentra vacía la casa de Hannah, que se ha ido sin dar ninguna explicación.
El tiempo pasa, y Michael es un aplicado estudiante de derecho que, a modo de practicas, acude junto a varios compañero a los juicios por los crímenes cometidos durante el tercer Reich. Lo que no esperaba, bajo ningún concepto, era ver a su amada Hannah en el banquillo de los acusados. A partir de este punto se plantea un conflicto en Michael, que debe afrontar las atrocidades que ha hecho un ser querido, de manera que sus actos se ven desde un prisma diferente. Se puede ver claramente que es una película que hace pensar, ¿como reaccionaríamos nosotros si nos enterásemos de que un ser muy querido ha cometido un acto terrible? Aparte de este dilema, otro de los aspectos de las posguerra que se muestran es el hecho de que los jóvenes que aún eran demasiado niños para darse cuenta de lo que ocurría en la Alemania nazi, comienzan a pensar por si mismos y a sentir una gran repulsa hacia lo que sus antecesores hicieron de forma activa, o permitieron hacer, impasibles ante el horror y tan culpables ante sus ojos los unos como los otros.
Durante el juicio, Michael descubrirá un secreto del pasado de Hannah que explicará su comportamiento pasado y presente, y que marcará su relación en un futuro, en el que Michael es interpretado por Ralph Fiennes y Kate Winslet se ve magníficamente caracterizada como una mujer cercana a los 70 años. Aprovecho para decir que el trabajo actoral es uno de los principales valores de la película. Como ya ha dictado la Academia, Kate Winslet da vida a una Hannah arrebatadora, sensual y atrayente en su juventud, y más emotiva en su juventud, sabiendo darle en el momento oportuno los toques necesarios de fuerza o ternura. A Fiennes ya le conocemos (Si no habéis visto La lista de Schindler, no se a que esperáis) y cumple perfectamente con su papel de hombre perseguido por su amor a Hannah. El resto, a la altura de las circunstancias; David Korrs se presenta con un prometedor futuro y Lena Olin, en breves apariciones, da muestras de su clase y elegancia delante de la cámara, lástima que se prodigue tan poco.
No ha ganado la estatuilla a mejor película, pero su nominación deja clara la valía. de esta estupenda historia sobre el amor incondicional y sobre lo lejos que podemos ser capaces de llegar para no sufrir vergüenza, y no puedo decir más, aunque lo desearía, pero teneís que verla y descubrirlo por vosotros mismos.. Un gran trabajo de Stephen Daldry, cuyas, en ocasiones, reiterativas escenas no estropean el conjunto final, y de el guionista David Heare, adaptando la aclamada novela de Bernhard Schlink (no puedo hablar de fidelidad, pues no la he leído). Dicha novela, que espero leer, es incluso estudiada en colegios para comprender lo ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial.